La cosa empieza mal, me despierto sobre las 8 y está lloviendo fuerte. Una hora más tarde se despierta la María, sigue lloviendo, y como una campeona se ducha en agua fría, yo sólo me atrevo a lavarme la cabeza. Cataremos el agua caliente en la India?…Cuando finalmente salimos a la calle, cerca de las 10, ya llueve flojo, parece que la cosa se arreglará, aunque por primera vez en el viaje nos ponemos bambas y calcetines, nos tememos unos charcos, con su barro y sus mierdas de vaca, de campeonato.
Directos a lo más destacable de Jodphur… otra vez, un fuerte, un castillo elevado imponente en las rocas. Pero este se lleva la palma. Muy impresionante, muy espectacular, maravilloso, aunque sea el tercero que visitamos, no nos cansa para nada el tema. Además, otra vez, nos sirve para descansar unas horas del bullicio que en Jodphur ya vuelve a ser un poco asfixiante. Este fuerte también tiene audioguía en castellano, lo cual hace todo más entretenido. Sacamos la entrada, y antes de empezar la visita nos desayunamos unas galletas artesanales en un bar que hay nada más entrar.
A Jodphur se la conoce como la ciudad azul, porque muchas casas están pintadas de ese color, por algún motivo religioso que no recuerdo y también porque es práctico para ahuyentar a los mosquitos. Desde el fuerte, con las vistas espectaculares que hay, nos queda claro el tema.. Vamos siguiendo la visita por el fuerte, una de las cosas que tocan es ver las huellas de las manos de las mujeres que se suicidaban ritualmente tirándose al fuego cuando sus maridos habían muerto o perdido alguna batalla. En una pared del fuerte, dejaban su huella antes justo de morir. Este fuerte está muy bien conservado y cuidado porque el maharajá actual, sin poder político, se dedica justamente a éso, a invertir en los monumentos históricos.
Como no queremos volver todavía al bullicio, nos quedamos a comer en un restaurante dentro del fuerte. En la mesa de al lado hay unos coreanos, uno de los cuales lleva la camiseta de la selección española de Puyol, parece que ha hecho furor la cosa.
Del fuerte nos vamos a un cenotafio (monumento funerario) cercano, de mármol, que a veces incluso comparan con el Taj Mahal. Este era bonito y tranquilo, en una semana podremos hacer nuestra propia comparación.
Seguimos visitando Jodphur por la zona de la torre del reloj, donde hay bazares y mercados, el típico caos habitual, pero soportable. Allí preguntamos como llegar a la tourist information porque tenemos que conseguir un coche con conductor para dar el siguiente paso del viaje: Udaipur. Está a las afueras de la ciudad, nos cuesta un poco encontrarla. Allí nos atiende un hombre del que costaría fiarse si no supiéramos que estamos en un edificio oficial del gobierno de Rajastán. Pactamos condiciones, y quedamos en que mañana a las 7:45 nos recogerá en el hotel el conductor con el que iremos a Udaipur, parando 2 horitas en Ranakpur, Total 8 horas de viaje.
Para acabar con Jodhpur, después de estudiar las guías e info sacada de foros, nos decantamos por ir a los jardines de Malore, queda un poco lejos, pero se supone que es un sitio bonito y relajante.
Lo primero lo era, lo segundo para nada. En el par de horas que estuvimos allí no vimos ni un extranjero. No lo he comentado todavía pero una de las cosas que más llama la atención cuando viajas a la India es el descaro con el que todo el mundo, desde los 2 a los 90 años, te mira. Exageradísimo. Cualquiera que haya ido puede explicarlo. Tienes la sensación de ser una estrella de Hollywood, continuamente se te quedan mirando, te persiguen, te hablan, te echan fotos como los paparazzis, incluso te piden que te hagas fotos con ellos… no es por interés de sacarte rupías, es porque llamamos la atención, les fascinamos, cuesta de entender porque turistas tienen que ver todos los días. Bueno, pues en los jardines de Malore la cosa se desbordaba por momentos. Te girabas de golpe y había familias completas siguiéndonos, si nos parábamos en un banco, se paraban con nosotros 10 o 12. Al pasar ibamos escuchando el ruido de sus cámaras disparándose.
A la entrada del parque había un grupo de unos 50 monos, sueltos. Observamos, y vemos que aunque tienen pinta de mala leche, la gente se acerca y les da plátanos. Yo me paro a un metro de uno para que la María me haga foto. Miro al mono, y el animal me saca los dientes y viene a por mi. Toca salir corriendo despavorido. Aunque fueron décimas de segundo, esta vez si que pasé miedo de verdad. Espero no haber desarrollado una monofobia, pero me lo pensaré mucho antes de acercarme a otro de esos bichos. Consejo para quien vaya por allí: no les mireis a los ojos.
Los jardines son recomendables, una vez más, un mundo diferente. Allí van las familias indias, a pasar la tarde, como en el Retiro o la Ciutadella. Pero aquí había detalles indios: chavales bañándose en un riachuelo, un parque de atracciones, el Fun World, en el que el avión del Tibidabo sería una atracción moderna….
Para volver a la ciudad, estrenamos medio de transporte: autobús. Tiradísimo de precio, los turistas no suelen subirse y se entiende. Tuvimos suerte que no se petó mucho, porque algunos que nos cruzábamos eran los típicos con gente casi saliendo por las ventanas..
Y hasta aquí Jodphur: un poco de internet, comprarmos algo para cenar en la habitación, y a descansar.