viernes, 30 de julio de 2010

Dia 6: Jodhpur

La cosa empieza mal, me despierto sobre las 8 y está lloviendo fuerte. Una hora más tarde se despierta la María, sigue lloviendo, y como una campeona se ducha en agua fría, yo sólo me atrevo a lavarme la cabeza. Cataremos el agua caliente en la India?…Cuando finalmente salimos a la calle, cerca de las 10, ya llueve flojo, parece que la cosa se arreglará, aunque por primera vez en el viaje nos ponemos bambas y calcetines, nos tememos unos charcos, con su barro y sus mierdas de vaca, de campeonato.

Directos a lo más destacable de Jodphur… otra vez, un fuerte, un castillo elevado imponente en las rocas. Pero este se lleva la palma. Muy impresionante, muy espectacular, maravilloso, aunque sea el tercero que visitamos, no nos cansa para nada el tema. Además, otra vez, nos sirve para descansar unas horas del bullicio que en Jodphur ya vuelve a ser un poco asfixiante. Este fuerte también tiene audioguía en castellano, lo cual hace todo más entretenido. Sacamos la entrada, y antes de empezar la visita nos desayunamos unas galletas artesanales en un bar que hay nada más entrar.

A Jodphur se la conoce como la ciudad azul, porque muchas casas están pintadas de ese color, por algún motivo religioso que no recuerdo y también porque es práctico para ahuyentar a los mosquitos. Desde el fuerte, con las vistas espectaculares que hay, nos queda claro el tema.. Vamos siguiendo la visita por el fuerte, una de las cosas que tocan es ver las huellas de las manos de las mujeres que se suicidaban ritualmente tirándose al fuego cuando sus maridos habían muerto o perdido alguna batalla. En una pared del fuerte, dejaban su huella antes justo de morir. Este fuerte está muy bien conservado y cuidado porque el maharajá actual, sin poder político, se dedica justamente a éso, a invertir en los monumentos históricos.

Como no queremos volver todavía al bullicio, nos quedamos a comer en un restaurante dentro del fuerte. En la mesa de al lado hay unos coreanos, uno de los cuales lleva la camiseta de la selección española de Puyol, parece que ha hecho furor la cosa.

Del fuerte nos vamos a un cenotafio (monumento funerario) cercano, de mármol, que a veces incluso comparan con el Taj Mahal. Este era bonito y tranquilo, en una semana podremos hacer nuestra propia comparación.

Seguimos visitando Jodphur por la zona de la torre del reloj, donde hay bazares y mercados, el típico caos habitual, pero soportable. Allí preguntamos como llegar a la tourist information porque tenemos que conseguir un coche con conductor para dar el siguiente paso del viaje: Udaipur. Está a las afueras de la ciudad, nos cuesta un poco encontrarla. Allí nos atiende un hombre del que costaría fiarse si no supiéramos que estamos en un edificio oficial del gobierno de Rajastán. Pactamos condiciones, y quedamos en que mañana a las 7:45 nos recogerá en el hotel el conductor con el que iremos a Udaipur, parando 2 horitas en Ranakpur, Total 8 horas de viaje.

Para acabar con Jodhpur, después de estudiar las guías e info sacada de foros, nos decantamos por ir a los jardines de Malore, queda un poco lejos, pero se supone que es un sitio bonito y relajante.

Lo primero lo era, lo segundo para nada. En el par de horas que estuvimos allí no vimos ni un extranjero. No lo he comentado todavía pero una de las cosas que más llama la atención cuando viajas a la India es el descaro con el que todo el mundo, desde los 2 a los 90 años, te mira. Exageradísimo. Cualquiera que haya ido puede explicarlo. Tienes la sensación de ser una estrella de Hollywood, continuamente se te quedan mirando, te persiguen, te hablan, te echan fotos como los paparazzis, incluso te piden que te hagas fotos con ellos… no es por interés de sacarte rupías, es porque llamamos la atención, les fascinamos, cuesta de entender porque turistas tienen que ver todos los días. Bueno, pues en los jardines de Malore la cosa se desbordaba por momentos. Te girabas de golpe y había familias completas siguiéndonos, si nos parábamos en un banco, se paraban con nosotros 10 o 12. Al pasar ibamos escuchando el ruido de sus cámaras disparándose.

A la entrada del parque había un grupo de unos 50 monos, sueltos. Observamos, y vemos que aunque tienen pinta de mala leche, la gente se acerca y les da plátanos. Yo me paro a un metro de uno para que la María me haga foto. Miro al mono, y el animal me saca los dientes y viene a por mi. Toca salir corriendo despavorido. Aunque fueron décimas de segundo, esta vez si que pasé miedo de verdad. Espero no haber desarrollado una monofobia, pero me lo pensaré mucho antes de acercarme a otro de esos bichos. Consejo para quien vaya por allí: no les mireis a los ojos.

Los jardines son recomendables, una vez más, un mundo diferente. Allí van las familias indias, a pasar la tarde, como en el Retiro o la Ciutadella. Pero aquí había detalles indios: chavales bañándose en un riachuelo, un parque de atracciones, el Fun World, en el que el avión del Tibidabo sería una atracción moderna….

Para volver a la ciudad, estrenamos medio de transporte: autobús. Tiradísimo de precio, los turistas no suelen subirse y se entiende. Tuvimos suerte que no se petó mucho, porque algunos que nos cruzábamos eran los típicos con gente casi saliendo por las ventanas..

Y hasta aquí Jodphur: un poco de internet, comprarmos algo para cenar en la habitación, y a descansar.

jueves, 29 de julio de 2010

Dia 5: ultimo dia en Jaisalmer




Nos despertamos cuando el sol hace poco que está saliendo. Muy bonito. Vemos que a escasos metros de nuestra cama hay rastros de serpientes.Damos un paseo por la zona de dunas y a desayunar El chavalín cocinero se curra uno bastante completo y variado. Apretamos porque a medida que pasan los minutos nos van rodeando más y más cuervos, rollo Los Pájaros, menos mal que les dan las sobras de lo que han cocinado porque uno ya estaba a nuestro lado, hay fotos que lo demuestran.
Ensillan los camellos, nos subimos, y tal y como empieza la segunda parte de la excursión en camello, el camellero vuelve a desaparecer. El tramo matutino nos mete mucho más por las dunas y con el sol que está pegando ahora sí que tenemos la sensación total de estar en el desierto. Todo el paseo va muy bien hasta que, llegando al final, mi camello tiene una enajenación mental transitoria e intenta tirarme, aguanto como puedo rollo rodeo y finalmente el chaval consigue controlarlo. Creo que la María lo pasó peor que yo en esos segundos…anécdotas del desierto de Thar.
Llegamos al final del trayecto, nos bajamos, reaparece el camellero que ya tiene a un grupo de japos con cara de empanados preparados. Le damos 200 rupias de propina (100 para él y 100 para su equipo) y el tío sufre una nueva mutación en su personalidad, y ahora se transforma en el Sr. Burns: nos pide más dinero, “beer money”, dice que cada cerveza le costó 120 rupias (valen 20) y que las tenemos que pagar. Momento desagradable, le enseñamos el contrato en el que pone expresamente que no le paguemos nada, y lo que había sido una experiencia agradable se convierte en una cosa de mal rollo, pero yo vengo muy mentalizado para estas cosas y me lo intento tomar con filosofía, creo que la María es de la escuela opuesta.
El jeep con el que nos vuelven a la ciudad resulta ser un taxi improvisado que va cogiendo gente por el camino. Al principio nos parecieron majos, que se ayudaban espontáneamente, pero India te va quitando la ingenuidad a cucharadas, cuando llegaban a destino, les cobraban, no sin antes regatear a muerte. Nos dieron ganas de pedir nuestra parte de comisión, ya que ese trayecto se hacía porque lo habíamos contratado nosotros. Por cierto, el chófer estaba hecho un Fittipaldi, en algún momento me pararé a explicar el tema de la conducción y las “carreteras” porque sin duda es un capítulo a parte.
Son las 9 y ya estamos otra vez atravesando la Main Gate del fuerte de Jaisalmer, a estas alturas los indios ya nos conocen (no es coña), algunos como el que caza clientes para el Little Italy nos dice Buenos Días y sonríe con complicidad. Vamos directos a lo que aquí llaman “cybercafé”, esta vez conseguimos conectarnos bastante dignamente, incluso a la María le da tiempo a poner alguna foto en el Facebook. A media cibersesión aparecen dos murcianos, llevaban más o menos como nosotros por la India, pero el tío estaba crispadísimo, parecía un personaje de ficción: superado por la presión de este país, amargado, rajando sin parar, desesperado porque aun le quedaban más de 3 semanas. Le expliqué que hay gente que se ha vuelto a los 2 días pese a la pérdida de dinero que supone y creo que le di una idea. Saliendo del cyber también hablamos un momento con un italiano que vive en Lavapiés (“Linea 3, línea 3” decía).
Ya tocaba visita cultural, hoy: el Maharaja Mahal (el palacio del fuerte). El resumen de la María es: muy interesante y bonito pero huele a mierda de paloma; yo suscribo todo lo que puedo de esa frase. Tiene audioguía en español (el de un argentino) que hace que valga mucho más la pena la visita, se pasa muy distraido, vas haciendo la ruta, explican cosas interesantes sin enrollarse. Deberían aprender muchos monumentos europeos.
Del palacio nos vamos a recuperar las maletas. Cap problema, intactas. Vamos ya a comer a otro Lonely Planet Restaurant, esta vez pinchamos porque está cerrado y nos metemos en otro que tiene terraza con vistas: el Om. El nombre le viene ni que pinntado, porque se tomaban la cosa con un relax exasperante, Para atendernos tardaron unos 20 minutos y para traer la comida 1 hora de cronómetro. Según como, podría llegar a entenderse, pero cuando el número de clientes es menor que el de camareros, solo se puede explicar porque esto es la India. En el Om volvemos a coincidir con la inglesa de Nueva Zelanda (la hemos visto varias veces estos días), ya nos despedimos de ella, pero todavía no de la ciudad. Nos falta el postre, como nos hemos picado, nos vamos del restaurante sin dar propina ni pedir postre y buscamos algún sitio en el que comer alguna cosa dulce rápido. A mi me suena que leí en la guía que había que probar una cosa que se llama “Bang”, pero no sé por qué…encontramos un Bang House y para adentro. Después de ya pedir por fin me acuerdo, el Bang es una especie de yogur con marihuana, hay viajeros que han estado semanas en la cama después de tomarlo. Menos mal que nos hemos pedido uno pequeño y a medias, de plátano en este caso. No tiene más, no hizo efecto raro, supongo que habrá que tomar una dosis más grande, pero no nos la jugaremos.. El tío de la Bang Shop era otro personaje, cuando le dijimos que éramos españoles, dijo: “Ohhhhhh! Al lado de Marruecos! Habéis ido alguna vez allí a pillar?” . Un buen momento surrealista para acabar nuestras andanzas por Jaisalmer, una ciudad que sin duda no olvidaremos, totalmente recomendable, para mi imprescindible para quien haga una ruta por la India.
A las 16:30 arrancaba, otra vez puntual, el tren hacía nuestro nuevo destino: Jodhpur, la ciudad azul. Eran 5 horas de trayecto, de las que la María se pasó 4 sobando, y yo, aproveché para ver series, leer y escribir un poco.
Llegamos a Jodphur con la rutina habitual: hotel elegido, ignoramos pesados en el camino e intentamos llegar a pie, pero fracasamos. De día es difícil orientarse por calles caóticas y sin carteles, pero de noche la cosa ya sólo pueden triunfar los locales. Nos rendimos y acabamos cogiendo un rickshaw para 1 minuto y medio de trayecto. El hotel es bastante más cutre que el anterior, nos quedamos una habitación con aire acondicionado y tele. Bajamos rápido a comprarnos unos sandwiches y bebida, y a dormir, De momento la impresión de esta ciudad no es muy buena, pero ya se sabe que de noche, todas las ciudades de la India son feas, a ver que nos ofrece de día…

Dia 4: Desierto del Thar


Los hoteles en India no ofrecen desayuno y el check-out habitualmente es a las 9. O sea, que a las 8:59 bajamos las escaleras para dejar el hotel.
Vamos directos a dejar las mochilas en el local del que nos vendió la excursión. No es que de mucha confianza dejarlas allí más de 24 horas, pero total, tenemos poco que perder.
Volvemos a la tienda del indio de Mataró, me compro ropa para el desierto, la María compra 2 camisetas, y estamos con todo un buen rato allí, en el que hablamos de un montón de cosas, hasta me da tiempo de explicarle que el Valenciano no es un idioma diferente del Català. Quedamos que luego pasaremos para que una hermana le haga a la María una pintura de Hena de supuesta gran calidad.
El siguiente paso era visitar los templos jainistas que sólo dejan pasar a los turistas una hora al día (de 11 a 12), con la excepción de las mujeres con la regla que no pueden entrar en toda la semana .Nos queda media hora muerta y aprovechamos para buscar un sitio donde conectarnos a internet. No es muy complicado, el 90% de las tiendas de lo que sea también ofrece internet. Si la tienda es pequeña, lo que te ofrecen es conectarse a su ordenador a un módico precio.Eso sí, antes siempre te piden el favor que no le cierres la ventana en la que están bajándose pelis y música a tuttiplen. En este primer intento de conexión, en media hora casi no nos da tiempo a abrir el hotmail y el facebook, como era de esperar, el internet indio no destaca por su velocidad.
Poco antes de las 11 ya nos dejan a entrar a uno de los 7 templos jainistas que se visitan todos en pack porque están muy cerca unos de otros. A mi personalmente me encantan, muy viejos y con unas columnas llenas de detalles currados en piedra o en mármol. El 4º o el 5º es un poco más siniestro que los demás, está más oscuro y por eso cuando se nos ocurre mirar al techo (no precisamente alto) empezamos a ver murciélagos colgados, a decenas, a ras de nuestras cabezas, impresionan pero es de día y por tanto están echándose la siesta.. Pero la María se me caga, y más aun cuando un español le dispara el flash a uno que sale volando hacia nosotros. Hay que salir rápido.
Cupo cultural del día cubierto, volvemos al reencuentro con el indio de Mataró. Ya tiene preparada su “hermana” para que pinte en la mano de la María. La chica pone todo su esmero, pero por lo visto después parece que no era muy experta, y las críticas a su obra fueron duras. Mientras le hacían la Hena yo seguí departiendo con el indio que entre visita y visita se me había puesto la camiseta del Barça de la temporada 91-92.
Salimos de la Hena, volvemos a probar en otro internet: más de lo mismo, conexión cutre. Esta vez nos da tiempo a enterarnos que Contador ganó el Tour y Maria José hizo lo propio con Supervivientes.
Para comer, repetimos el mismo sitio de ayer (antiguo Little Italy), ahora nos toca en cojines por el suelo y otra vez salimos bien servidos.
A las 15:00 estamos ya en el punto de encuentro para empezar el safari. El de la agencia nos dice que los dos colombianos de los que nos habló ayer que vendría son baja de última hora, por diarreas de la chica, y de una sueca que también se habría inventado ni se acordaba con lo cual no creó excusa. Total, que en vez de en pequeño grupo nos toca ir solos a la excursión. Nosotros preferíamos ir acompañados, porque quieras que no, da un poco de mal rollo irse a dormir al desierto sin occidentales alrededor. Pero es temporada baja en la India y era previsible.
Nos acompaña al jeep y allí nos recoge el camellero con dos chavales que le ayudan. Las próximas casi 24 horas nos toca estar con ellos, de momento parecen poco habladores…
Arranca el Jeep para hacer unos 40 km en los que al apartarte de la ciudad se cogen los camellos en una zona realmente desértica. En el trayecto paramos en dos aldeas para bajarnos y dar una peqeña vuelta. Las aldeas en cuestión son realmente otro mundo dentro del ya otro mundo que es la India. Casas de barro, chozas, perros famélicos, y niños muy peqeños (porque los de más de 8 años ya deben estar trabajando) que agobian un poco.
La segunda aldea en la que paramos es la del camellero. Nos ofrecen thai (té con leche ardiendo que es la bebida más popular del país) y mientras preparan cuerdas para llevar a los camellos entablamos las primeras conversaciones. Cuesta entenderle porque el nivel de inglés que tiene es poco justo, el del resto que nos acompañarán es casi nulo. Descubrimos que somos de la misma quinta: todo un contraste, entre que yo aparento 10 años menos, y el aparentaba 10 más, está claro que la generación del 77 no puede ser más diversa. Creo que la hora que debimos estar en ese pueblo fue suficiente para ver la india rural auténtica, no había ningún turista y de nosotros más o menos se habían olvidado. Vimos como los niños juegan a cosas que en España dejaron de hacerlo hace 50 años, como cogen agua de los pozos, como cagan y mean en cualquier sitio y sin esconderse porque en las casas no tienen lavabos, mujeres que van con la cara tapada…

Por fin llegaron los camellos, los preparan y nos dice el tío que les sigamos. En la India, hemos descubierto que cuando te dicen que les sigas ya puedes espabilar porque los tíos enfilan directos al punto de destino a su ritmo y sin girarse para ver si les sigues. Nos llevan a las afueras de la aldea, en un abrevadero donde hay camellos, ovejas, cabras y vacas bebiendo. Allí hacen agacharse a dos que serán los nuestros y venga, a montarse. La María al principio un poco asustada, pero cap problema. El primer día se comportaron muy bien los animales. Sorprende un poco lo altos que son, diría que en los que me subí en Túnez hace un montón de años eran bastante más bajitos.
Empieza el garbeo de hora y media con los camellos y el teórico responsable, el camellero oficial, el único adulto, desaparece. El paseo lo hacemos en una comitiva de unos 10 camellos, en la que además de nosotros 2, hay 3 chicos y 1 niño que es el que va caminando, marcando la ruta cogido de nuestros camellos. El mío ha resultado ser hembra, y madre reciente, me paso todo el camino con la cría dándome cabezazos en los pies porque intenta mamar, aunque no lo consigue ni una vez.
Para mi muy bien el paseo, ideal la duración, si se coge uno más largo creo que ya debe aburrir lo de ir en el camello.
Llegamos al lugar donde vamos a cenar y dormir, es en medio del desierto justo al pie de unas dunas. Perfecto para hacerse las fotos. Es una lástima que está nublado y el atardecer no es de los mejores plásticamente. Allí ya reaparece el camellero, aunque va yendo y viniendo todo el rato. Mientras nos preparan la cena, descansamos relajadamen tomando otro thai .Llevamos un ritmo bastante intenso de viaje: en 3 días ya hemos ido en avión, tren, coche, rickshaw, barca, jeep, camello…. A parte de las pateadas.
La cena correcta, típica de la zona: arroz, patatas, verduras y unas tortitas de pan. Para bajarlo todo, Kingfisher, la San Miguel de la India. En el post cena, el camellero tiene un sospechoso cambio conductual, se vuelve enrollado, no para de ofrecernos más cerveza, cigarros, nos canta canciones, se interesa por nuestras vidas… si fuéramos mal pensados, parecería que se está trabajando la propina. La situación es un poco turistada, forzada, pero en un viaje de estas características es lo que hay, o lo tomas, o lo dejas, nosotros lo tomamos y no nos arrepentimos. Hasta les cantamos el himno del Barsa cuando insistían en que cantaramos algo de nuestro país.
Ya tenemos preparada nuestra cama en el desierto, que no es más que una manta sobre la arena de una duna y otra manta enrollada como cojín. Aquí cometo un error por quedar ya lejos mis años mozos, y me tumbo a media digestión. Si he bebido 3 cervezas mientras como, necesito hacer la digestión con delicadeza, al tumbarme se me revuelve todo y en segundos estaba potando en medio del desierto, parece que estoy muy acabado…. Sobre las 2 de la mañana empieza a llover, el camellero que está durmiendo a unos 50 metros de nosotros aparece con un plástico, menos mal que la lluvia no fue a más…. Y sobre las 4 el cielo se ha despejado, podemos ver la luna y bastantes estrellas.

Dia 3: Jaisalmer

Creo que hacía meses que no dormía tantas horas seguidas, sino llega a ser porque la María estaba de tertulia con el indio hablador, y me acabaron despertando, igual batía mi récord histórico.

En una parada a unas 2 horas del final, aprovechamos para bajar rápido y comprarnos algo de desayuno. Observo que es lo que compran los indios a uno que ha puesto un chiringuito improvisado al lado de la vía y les imito comprando una especie de buñuelos picantes. El amigo del tren, nos explica que es típico de muchos sitios de la India, pero que justo los de este pueblo (Pokaran) son famosos por todo el Rajastán.

Llegamos a Jaisalmer a la hora prevista, con un hotel recién elegido de la Lonely Planet, preparados para tener que batallar con el del rickshaw para que nos lleve al que nosotros queremos. En el andén hay un policía que mantiene literalmente a raya a los cazaturistas de los hoteles, pero en cuanto atravesamos la raya tenemos el show habitual del acoso, pero afortunadamente uno de los indios con cartelito de madera y nombre de hotel tiene el del nuestro! Resulta que está esperando una inglesa que reservó por teléfono. Perfecto. Le decimos que también vamos al Sahir Palace y nos lleva gratis y en un coche de lujo: hasta tenía cinturón de seguridad. En el trayecto al hotel la inglesa nos explica que vive en Nueva Zelanda y que lleva más de un mes dando vuletas por la India, todo muy bien. El recepcionista del hotel nos recibe con la camiseta de La Roja (o quizá su imitación). Nos hace un tour por las habitaciones: el muy iluso empieza enseñándonos la cara (1750 rupias), luego la de 1500 y visto el panórama cortó por lo sano y pasó a una de 550 que la verdad estaba mucho mejor que la mayoría de los alojamientos que nos hemos metido en nuestros viajes por Europa. No está preparada aún, nos dice que en 10 minutos, subimos a la terraza a beber una cocacola, bajamos y sigue sin estar hecha. Después de volver a insistir, por fin nos la preparan (aunque como descubrimos por la noche se olvidan de ponernos sábanas, parece que no se puede meter prisa a un indio). Ducha, ropa limpia y a explorar Jaisalmer.




Jaisalmer es la última ciudad de la India, antes de Pakistán, históricamente ha estado aislada. La primera carretera no tiene ni 40 años, por éso, se mantiene como una ciudad medieval, con un fuerte enorme, imponente, que rodea casi media ciudad. Nuestro hotel está fuera del fuerte porque hemos leido que la UNESCO ha pedido no alojarse dentro ya que el monumento se está degradando peligrosamente por el efecto del turismo que cada día se despierta más por esta parte de la India. Empezamos la visita bordeando el fuerte, buscando la entrada principal, de camino vemos por primera vez en buena cantidad las famosas vacadas sagradas de la India, están por todas partes, te las encuentras de frente al doblar cualquier esquina.
Justo en la entrada del fuerte, está el restaurante que recomienda la guía y como ya es hora, vamos a comer. Cae una pizza, plato macarrones, creppe de nutella y banana (buenísima según la María) y natillas con plátanos flotando. Nos hacen descalzarnos, aunque llama la atención que durante toda la comida tenemos un perro echándose la siesta a un palmo de nuestra mesa.
Después de comer callejeamos, de vez en cuando subimos a alguna torre a ver vistas y vamos viendo Havelis (mansiones del s.XVIII) y templos que hay por allí.
Nos paramos en Gamesh Travel para reservar excursión al desierto para mañana. Nos cobran un poco más de lo que tocaría, pero no nos apetece regatear porque en el tema de la excursión al desierto de Thar hay muchas irregularidades, y este en principio es legal (Lonely Planet dixit). El tío nos dice que tenemos que llevar manga larga ligera, crema solar y gorros para cubrir cabeza y cuello; con lo cual ya tenemos una misión para pararnos en alguna tienda mientras seguimos callejeando que es el plan.
A la primera que entramos el indio nos explica que la mitad del año vive en Mataró porque su mujer es catalana. A estas alturas, ya nos cuesta mucho creernos historias así, pero la de este cuadraba al menos en que tenía un buen nivel de castellano, nada habitual por aquí. También vimos comparando a posteriori que el tío era legal y nos dio unos precios buenos, de hecho mañana intentaremos encontrarlo, si somos capaces de orientarnos (no apostaría por ello).
En una de las torres a las que nos asomamos para disfrutar de las vistas coincidimos con 3 españolas (2 vascas y una d’Esplugues de Llobregat) con las que hablamos un ratillo y finalmente salimos del fuerte para rondar un rato por callejuelas de los barrios que rodean. Por allí, también el ambiente es muy interesante aunque se suma el estrés de las motos (vetadas dentro del fuerte). Vemos un par de Havelis especialmente curradas. En la segunda que nos paramos nos rodean unos 10 niños, nos hacen un interrogatorio y nos invitan a jugar a cricket. Declinamos la oferta porque no me sé las reglas y porque uno ya le quería tocar el culo a mi María, pero quede claro que nos parecieron majos.
El último punto de la visita del día fue el lago Gadi Sagar que está en las afueras con lo cual cogimos un rickshaw para llegar. El lago en sí, era bonito porque le rodea un templo de Khrisna y tiene por en medio alguna edificación perqueña más. Resultó ser en el que Alazne y Meritxel libraron una batalla contra “las dos que no se conocían” en Pekin Express. Preguntamos precio por dar un garbeo por el lago con una barca, y maravillas de la India, al cambio salía por menos de 50 céntimos por persona la media hora. Dicho y hecho, a hacer un poco de ejercicio: agradable paseo en patín por el lago Gadi Sagar.
Dejamos la barca, el chaval que la enganchaba pregunta si mi acompañante es mi mujer o mi madre, y nos vamos de allí antes de que la cosa se líe más porque la María ya les estabaa diciendo “hijosdeputa” en una especie de chiste que afortunadamente se ve que entendieron.
Salimos del lago, nos acercamos a la carretera a coger rickshaw, y vivimos uno de esos momentos que no se pueden preparar y que seguro que recordaremos de aquí a mucho tiempo. Oimos música y cánticos, seguimos la dirección por la que vienen, y vemos una especie de procesión religiosa super interesante, lástima que nos habíamos quedado sin batería en la cámara. La cosa consistía en un primer camioncillo con lo que debía ser el Gurú, otro con un niño disfrazado de elefante (el dios Gamesh) y su séquito, otro más con una niña disfrazada de princesa y detrás a pie, primero todos los hombres, y al final de la comitiva todas las mujeres (ellos con camisa blanca y pantalón, y ellas todas con saris de colores). Mucha de la gente que se cruzaban, hacían el gesto de ponerse a rezar al verlos pasar. Al ser en una carretera fuera de la ciudad, no había ningún occidental viendo el desfile. La María pregunta a un policia un poco de que se trataba la cosa, pero la respuesta fue igual a cero.
Otro rickshaw y directos al restaurante de la cena: “The Trio”, muy contentos también con la elección. Se comía en una azotea muy bonita con vistas al fuerte, que estaba muy fotogénico al estar anocheciendo. También había tres músicos tradicionales amenizando la velada, uno de los cuales en un momento dado se nos acercó, nos preguntó los nombres, y en la letra de la siguiente canción entre palabras indi pudimos distinguir “María y Jordi”, muy divertido todo. Yo me pedí el primer thali que es la comida más típica del norte de la India, consiste en una bandeja con unos 6 compartimentos en las que ponen picantes varios, yogur, alguna verdura y arroz para acompañar, también se puede pedir con carne. Muy rico.
Acabamos la cena, cambiamos 200 euros a mejor precio que en el aeropuerto de Delhi, y para el hotel a descansar. La María pretendía volverse a duchar, y pregunta en recepción por el agua caliente que según pone en un letrero aparece al poco de darle al grifo. Los indios la miran con cara de que cosas más raras piden los turistas, le dicen que como es verano no hace falta, que si quiere le traen un cubo…

Dia 2: Delhi

Topicazo, pero, por mucho que te hayan explicado, por mucho que hayas leido o visto, hasta que no pisas las calles de Delhi, no te empiezas a dar cuenta de donde te has metido. Es imposible llegar preparado para lo que te epera. El impacto de los primeros minutos/ horas es brutal, se necesita tiempo para sólo empezar a digerir, asimilar, lo que significa la India. Lo lejano Oriente que estamos. Yo a mi favor tenía más preparación previa y falta de olfato; la María en su contra tenía, mayor sensibilidad y más cansancio físico (no es buena idea llegar a Delhi por primera vez después de casi 48 horas sin dormir). En consecuencia, creo que encajé mejor el golpe inicial (lo cual no quiere decir nada). No soy capaz de describir el caos que es esa ciudad. A las 7 de la mañana ya había miles y miles de personas por todos lados, y de todos los tipos. Todo es bullicio, como si los acabaran de bombardear o hubiera habido un terremoto hace unos días..

Los trámites para pasar la aduana del aeropuerto se hacen rápido, luego cambiamos 100 euros y cogimos un taxi prepaid, gran sistema que ayuda mucho al turista novato en la ciudad. Al del taxi le dijimos que nos llevara a Old Delhi Train Station, para conocer el terreno por el cual a las 17:30 teníamos que pillar la que en principio sería la mayor paliza de este viaje: más de 17 horas de tren hasta Jaisalmer (supone cruzar en horizontal medio país, hasta casi la frontera con Pakistán). Mucho calor, sudor, gente que nos mira, monos, mierda, rickshaws, bocinas, socavones, niños con uniforme …. Estudiamos como es la estación, dejamos la maleta en los “lockers” (= señor que, tras unos minutos de espera, te mira, unta la maleta con cola, la deja en una estantería y te da un papelito), y salimos hacía el Fuerte Rojo con la idea de ver un monumento y huir de las multitudes.

Para llegar de la estación al fuerte, mirando el mapa, si fuera una ciudad occidental, calcularía unos 10 minutos andando, pero, esto es India y más nos valía coger nuestro primer rickshaw motorizado (de momento la María me veta los de bicicleta). Primeros regateos, y para mi, una agradable experiencia, son más estables por dentro de lo que parece por fuera, aunque la hostia se está rifando continuamente… con nuestra buena suerte últimamente, ya veremos en los próximos días. Además como casi todo aquí si haces calculo el precio es ridículo (en este caso, 30 rupias, a unos 20 céntimos de euro por persona).

El Fuerte Rojo es uno de los múltiples que caerán en este viaje. Este lo hizo el mismo emperador mogol que se curró el Taj Mahal. Fue símbolo de dominio extranjero siempre, también durante la ocupación inglesa y por tanto, uno de los momentos cumbres en la lucha por la independencia de la India, fue cuando en 1947 finalmente pudieron izar su bandera en el palo mayor del fuerte. Hoy sigue ahí esa bandera, rodeada de militares por todos lados, no sé si será la tónica de todos los monumentos o es porque este es epecialmente simbólico.

500 rupias por entrar (deu n’hi do), ni rasstro de audioguías, nos hacen dejar el portátil en la consigna y bajo un sol abrasador pero que por la contaminación no se ve, a visitar el fuerte. A mi me ha gustado mucho, recuerda el palacio Topkapi (Istanbul) porque vas pasando edificio /jardín/ edificio. De momento no se matan en consevarlo, supongo que les pilla todavía lejos en la lista de prioridades el tener cuidados los monumentos. Llama la atención el número de turistas de la propia India . Vamos viendo subedificios con un par de paraditas de relax, pero acabamos saliendo en poco más de una hora porque el peligro de deshidratación y desfallecimiento empieza a ser real.

En cuanto volvemos a pisar la calle fuera del Fuerte, vuelve el caos, el agobio, el estrés, etc… (seguimos digeriendo). Nos cuesta encontrar agua por el tema del regateo y por la desconfianza a los supuestos precintos de las botellas y acabamos en un McDonalds pidiendo una cocacola y 2 botellas de agua. Entre otras razones, cuesta encontrar agua porque estamos viendo que está todo petado de fuentes (o más bien caños) públicas donde los indios beben sin parar. Pero claro, estos tíos llevan aquí miles de años y tienen estómagos de acero. Nosotros como buenos turistas occidentales instruidos no utilizaremos el agua corriente ni para lavarnos los dientes.
Del McDonalds vamos a un templo jainista que está en la misma calle, que resulta que es la principal de Old Delhi y que como no …es un caos total: incluyendo decenas de personans durmiendo tirados por la calle a las 12 de la mañana. Templo pequeño y bonito donde nos hacen descalzarnos. Yo subo a la planta de arriba y veo 3 o 4 rezando y haciendo un ritual raro con unas velas y una campana.

Solo nos queda una cosa en Delhi antes de largarnos para volver cuando estemos más rodados: comer. Por criterio de proximidad geográfica y porque siempre que sea posible vamos a aplicar la política de no salirnos de la Lonely Planet, el elegido fue el “Harajnis”, nada del otro mundo, pero que visto lo que le rodea, sería del nivel del Bulli. Nos pedimos dos pizzas, el que me cobra me estafa 20 rupias y descansamos un buen rato con aire acondicionado. Por cierto, resulta que según un poster que tenían son toda una franquicia internacional con sede incluida en Barcelona, habrá que buscar la calle más cutre del raval pues.

Con energias renovadas salimos del Harajnis con la idea de pillar un rickshaw directo a la estación y esperar allí pacientemente que pasen unas 4 horitas hasta que salga el Jaisalmer Express. Pactamos con nosotros mismos un precio del que no nos bajaremos del burro porque es lo que dicen los expertos que es lo que se ha de pagar por desplazamiento en rickshaw: 30 rupias. Por poco no llegamos caminando a la estación: más de 10 señores recharazon nuestra oferta…. No entiendo nada. Finalmente, un chaval joven sí que nos llevó, aunque se curró una ruta alternativa que consiguió rizar el rizo del caos de tráfico, con nuevas y más barrocas avenidas.
Cruzamos la estación de punta a punta, esquivamos cuerpos humanos, líquidos que mejor no saber que son, insectos mil y finalmente llegamos al garito de los lockers, 20 rupias, recuperamos nuestras mochilas, y cual marqueses, nos metimos en la “sala de espera VIP” exclusiva para los que viajan en las mejores categorías de los trenes. La sala en cuestión se componía de unos 10 bancos de hierro y eso sí un aire acondicionado molt ben parit y lo mejor de todo, unas horas de evitar el bullicio que hemos dejado al otro lado de la puerta.

Una media hora antes de la salida programada, ya vemos el tren en la vía. Un poco cagados, porque es el primero, y sólo tenemos un billete electrónico imprimido desde España hace un par de meses. En las puertas de cada vagón hay un listado con los pasajeros, momento de pánico al ver el que creía que era nuetro vagón y no estaba el nombre, pero dos más allá, sí que era el correcto y podemos respirar tranquilos.
Como pone los nombres, podemos marujear que de las 20 personas del vagón 13 son indios, 3 japos, 2 americanos y nosotros.
En nuestro compartimento de 4 nos toca con dos indios: uno que solo abrió la boca para tirarse un par de eructos, y otro que resultó parlanchín, en las 17 horas compartidas entre otras cosas nos explicó el sistema educativo indio, un resumen de la historia india del siglo XX y algún apunte gastronómico.
La experiencia del tren nos ha encantado. Tiene pinta que ha sido un acierto importante. Los vagones son cómodos, tranquilos y bien refrigerados, se duerme bien y los paisajes humanos que se ven por la ventana no aburren aunque te pases horas mirando. Además, este salió al segundo exacto programado, y también llegó a su hora.
Cuando anochechió vimos algún capítulo de How I met en el ordenador y por fin a dormir después de muchas horas…

Dia 1: Londres

A las 4:50 para arriba, empieza el asunto…
Por la huelga encubierta de controladores el avión despega a las 8:05, con 55 minutos de retraso. Aterrizamos en Heathrow a las 9:05 (hora british), bordamos el transfer, y llegamos al nuevo control de Brtish a las 9:25 (por el camino, conocemos a la Concha, una mujer rara que en ese primer momento habla de unos compañeros de los que nunca más se supo; y la Maria se pega un guarrazo en la recta final). Llegamos a las 9:25, la hora tope según la normativa British y nuestro billete era las 9:35, pero….. La desgraciada del recontrol de pasaporte de British no nos deja pasar y nos factura para el siguiente vuelo, el de la tarde, 7 horacas más tarde. Probablemente, lo que pasó es que ya habían dado nuestras plazas a los de la lista de espera porque no contaban con que apareciéramos a tiempo.
O sea, que como cuando fuimos a Estambul, teníamos 7 horas por delante para memorizarnos una terminal. La T 5 de Heathrow no está mal (tampoco mata), el problema es que por mucho que la exprimas, en un par de horas, ya no queda hueco por inspeccionar. Nos dedicamos a buscar internet para mandar mail al hotel de Delhi para cancelar (una, pena, lo del señor con el cartelito con nuestro nombre tendrá que ser en otra ocasión), leer, intentos de siesta, ver la BBC News (monotemáticos con que iban a enchironar a John Venables), repasarnos todas las tiendas de las que no íbamos a comprar porque no teníamos libras, y lo mejor de todo… a comer con los 10 pounds por perola que nos había “regalado” la British. Después de inspeccionar uno por uno los garitos, el elegido fue “The crown of the queen o algo así”. Yo rememoré buenas experiencias pasadas y me pedí un Haggis escocés, la María se pidió una hamburguesa por la aplastante lógica que llevaba patatas. Como sobraban más de 2 pounds, nos permitimos el lujo de pedirnos unos Muffins de postre.

A las 17:35, a la segunda, finalmente despegábamos hacía Delhi. Nos tocó la fila 24 (recomendable para los 777) y, como compañera de tresillo, la Concha. La mujer extraña que había compartido con nosotros el sprint inútil de la mañana. Resultó que lleva 20 años yendo a la India, que incluso su hija (?) está casada con un tibetano,nos dió las pautas básicas que ya sabíamos y que se resumen en que esto es la selva y que acojonan a cualquiera, nos recomendó Dharamsala (único punto con dudas de nuestra ruta, ahora más refrendado) y hasta nos dió un contacto allí. En el avión también conocimos a un matrimonio de madrileños mayores , que, cuando les explicábamos nuestros planes de viaje, nos miraban con cara de “pobrecicos, se los van a comer”. El vuelo transcontinental en sí es sin duda para nosotros dos uno de los puntos álgidos del viaje sea cual sea el destino. Estos de British han superado con creces a los 340 de Iberia. Con unas teles individuales, con pelis y series a tuttiplen. Yo me tragué: Clash of de Titans, y una cutre de Jennifer Aniston, pero entre eso, un par de capítulos (Frasier I Simpsons) y las 2 Meals, el vuelo se pasó volando. Lástima que al final aterrizábamos en Delhi a las 7:00 de la mañana hora local, llevábamos más de 24 horas casi sin dormir y la próxima cama se vislumbraba lejos.

Namaste!



En este blog Jordi y yo os contamos lo que vamos haciendo en nuestro viaje por la India. Intentaremos tambien colgar fotos y algun video. No prometemos actualizar cada dia ya que las entradas se realizan desde locales de dudosa reputacion y peor conexion! Tampoco espereis acentos... (aun no he encontrado la tecla con la que ponerlos).

Esperamos que os guste!
NAMASTE!! : )