jueves, 19 de agosto de 2010

Día 23: Delhi

Cuando nos ponemos en marcha ya nos quedan menos de 24 horas en la India. Antes de desayunar vamos a un cyber con impresora para hacer el check-in on line para mañana. En el que confirmamos ayer que nos imprimirían las targetas de embarque hoy no les funciona la conexión. Encontramos alternativa y en un momento ya estamos facturados. A mi me relaja bastante porque el vuelo sale temprano, saldremos a las 5 en taxi hacia el aeropuerto, si hubiera alguna cosa rara, no tendríamos mucho margen de maniobra. Saliendo de allí, vemos que han decorado una parte de la calle principal con banderolas de la India y están haciendo una especie de míting político. Debe tener relación con que mañana es el dia Nacional, el Independence Day.
El plan del día es hacer algunas compras, visitar alguna cosa relajada, y poco más. En uno de los paseos de ayer, nos acercamos al metro y vimos en el mapa de estaciones que ya llega al Qtub Minar (un minarete casi milenario que queda bastante lejos), no teníamos intención de ir, pero como llega el metro pues lo metemos en la agenda.
Pero… En la India que salgan las paradas en todos los planos, taquillas, andenes, etc. no quiere decir que existan. Resulta que el plano oficial es el del futuro (2020 supongo). Ahora hay una cuarta parte de paradas activas. Así que en vez de ir al Qtub Minar acabamos yendo a la zona de Nueva Delhi, para ver el Parlamento y alguna cosa más que hay por allí, y sobretodo para pasar la mañana tranquilos.
El metro es muy recomendable, y cuando crezca hará de Delhi una ciudad mucho mejor para el turista. Moderno, limpio, bien organizado y barato. Este último día lo cogimos varias veces, dentro tiene restaurantes y tiendas muy tranquilos, nada que ver con lo que hay en la superficie.
Vemos rápido el parlamento, de pasada la Indian Gate y nos vamos al museo del ferrocarril. Divertido, dentro hacemos un recorrido con un minitren, visitamos los vagones de un tren de un Majarajá e incluso hacemos una simulación científica sobre cual es el mejor modelo de diseño de ruedas para que no descarrile un tren. Allí, hablamos un momento con un americano de Boston muy simpático, que también están divididos sobre lo que opinan de la India. Este hombre decía que la India hay que verla una vez en la vida, una vez nada más…
Para comer volvemos en metro a Connaught Place, pero al querer salir nos pilla el monzón y nos esperamos en las escaleras más de una hora a ver si baja un poco la intensidad de la lluvia. Cuando lo hace un poco, improvisamos paraguas con una bolsa de cartón y salimos, pero llegamos al restaurante empapados. Tampoco pasa nada, es refrescante.
El atardecer ya lo pasamos otra vez en la calle principal (la de los edificios derruidos) de nuestro barrio. Ahora con la lluvia que ha caido está todo todavía más caótico, pero se lo siguen tomando con tranquilidad. Encontramos un par de tiendas muy agradables, grandes en las que mirar sin que te agobien. Al final nos está gustando Delhi, no nos resulta tan agresiva como el primer día.
En la cafetería donde cenamos hablamos un rato con el último español que conocemos en este viaje. Este era maño, llevaba más de un mes y le quedaba otro, había estado por el Norte, solo, se libró de la tormenta mortal por cuestión de horas. Por prudencia, nos explicó que estaba en el punto anterior, que vio mal la cosa y decidió a última hora no subir a Leh, que vio mucha gente que si cogían autocares ese día que algunos serán los que están todavía desaparecidos.
Y antes de meternos a dormir las horas que podemos, la María se vuelve a hacer un dibujo de Hena, esta vez, queda más contenta con el resultado, aunque por lo pagado seguro que no dura mucho, tampoco pasa nada.
En el hotel, nos ponemos pesados para asegurarnos que no se olviden de nosotros. Que a las 5 en punto tenemos que salir para el airport. Tengo que montar un poco de pollastre para que me den recibo de haber pagado el hotel y el taxi.

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